Así obró un surfista arruinado el milagro de GoPro, la nueva Kodak¿Qué tienen en común un concierto de los Rolling Stones, el director de la saga Transformers y la NFL? Todos usan GoPro. Se lleva especulando con la salida a bolsa de la firma desde 2012, cuando Foxconn, la empresa que subcontrata Apple, entre otras, para fabricar iPads y iPhones en territorio chino, compró por 200 millones de dólares el 9 por ciento de esta compañía estadounidense especializada en la fabricacion de cámaras digitales para deportes extremos.

Action cameras, les llaman: tecnología de fotografía y vídeo digital en alta definición para capturar los movimientos más espectaculares de un deportista en plena acción, escenarios donde las cámaras de los smartphones no resultan versátiles y los mejores equipos de fotografía del mercado se convierten en incómodos dinosaurios. Además, no se pueden llevar puestas, en la línea de la tecnología wearable donde también encaja de soslayo GoPro, gracias a sus enganches. Ni se pueden colocar en el ala de un avión o en el collar de un perro, ni golpear o sumergir en el mar con garantías a todo riesgo.

GoPro acaba de anunciar su salida a bolsa. Todavía no existe una fecha, pero la empresa ya ha presentado la documentación necesaria para lanzar una OPV. Su debut bursátil no ha causado tanto revuelo como el de Twitter, pero nos encontramos ante uno de los lanzamientos más esperados

Las cámaras deportivas son tendencia, y ninguna empresa del mundo las fabrica mejor que GoPro. En sus diez años de vida, la que va camino de convertirse en una nueva Kodak se ha quitado del medio, sin despeinarse, a los competidores que han osado meter la cabeza en su terreno, sobre todo Sony (mediante su línea de gadgets ActionCam), aunque Samsung también está trabajando en esa dirección y han surgido firmas similares, como Garmin.

Ahora, GoPro acaba de anunciar su salida a bolsa. Todavía no existe una fecha, pero la empresa con sede en California ya ha presentado la documentación necesaria para lanzar una OPV. Su debut bursátil no ha causado tanto revuelo mediático como el de Twitter, pero nos encontramos ante uno de los lanzamientos más esperados por los inversores.

Detrás de GoPro no hay millones de usuarios que resulta cada vez más urgente monetizar: hay clientes. Y tampoco existe ninguna sospecha de burbuja: la solvencia de GoPro está avalada por sus ventas. Desde su lanzamiento, año tras año, la compañía las ha duplicado. Todavía no han hecho públicos los datos de 2013, pero el año anterior (2012 significó su confirmación definitiva) vendieron 2,3 millones de unidades, facturando 512 millones de dólares. En la actualidad, el 21 por ciento de las cámaras digitales que se venden en Estados Unidos son suyas. “Y en 2014 esperamos llegar a los 1.000 millones de facturación”.

El dueño de esta frase es Nick Woodman, el fundador de la empresa. Con la entrada de Foxconn en la firma las puertas del club de los nuevos multimillonarios se abrieron para él de par en par. A sus cuarenta años, lidera la compañía de cámaras que más rápido ha crecido en la historia de Estados Unidos. Pero su vida no siempre fue tan fácil.

Un surfista arruinado

Woodman eligió un mal año para lanzar una empresa de marketing online. La burbuja de las puntocom le estalló en las narices en el año 2000 y su proyecto digital, de nombre Funbug, se desinfló con ella. Arruinado tras el descalabro empresarial, este licenciado en Bellas Artes por la Universidad de California decidió hacer lo que más le gustaba en la vida: surfear. De hecho, eligió esa universidad porque las olas estaban cerca.

En 2002, emprendió un viaje por las playas de Indonesia y Australia, donde pronto observó que sus colegas surfistas tenían serias dificultades para fotografiar sus movimientos en el agua. Sobre la arena, concibió por primera vez el concepto de una nueva generación de cámaras que pudiesen utilizarse en todo tipo de deportes de acción. Allí mismo fabricó un primitivo soporte para su muñeca donde se enganchaba una pequeña réflex marca Kodak.

Aquel invento, al más puro estilo Chupa Chups, fue el principio. En origen, Woodman quería crear un tipo de cámara que sirviese a los surfistas para mostrar sus hazañas sobre las olas, pero pronto comprendió que el recorrido de la tecnología era mayor. Podría aplicarse en cualquier deporte extremo; además, en el mercado no existía nada parecido. Tan seguro estaba del valor de su idea que llegó a decirle a sus amigos que se haría multimillonario gracias a las cámaras.

Financió su ‘startup’ recorriendo en furgoneta la costa de California junto a su esposa para vender cinturones de perlas y conchas que había adquirido en Bali por menos de dos dólares y revendía en Estados Unidos por sesenta

Con 27 años, regresó a Estados Unidos con una buena idea pero sin un dólar. Su única propiedad era una vieja Volkswagen Van, y le sacó el mayor partido. Dentro de la furgoneta, donde también durmió durante una larga temporada, no solo preparó la documentación necesaria para registrar las patentes de sus cámaras. También la usó para financiar su startup, que fundó finalmente en 2003. No vendió el automóvil, pero lo usó para recorrer la costa de California junto a su esposa vendiendo cinturones de perlas y conchas que había adquirido en Bali por menos de dos dólares y revendía en Estados Unidos por sesenta.

Un milagro económico

Tardó un año en crear la primera versión comercial de GoPro, que él mismo diseñó a partir de un prototipo para cuya fabricación usó la máquina de coser de su madre y un taladro, trabajando una media de 18 horas al día. “Tenía tanto miedo a volver a fracasar que me comprometí conmigo mismo a tener éxito”, dijo el año pasado en una entrevista a Forbes. Su primer modelo estaba basado todavía en cámaras de 35 mm que importaba desde China, a las que después tuneaba, con enganches, al principio solo para tablas de surf, para vender por treinta dólares. En la actualidad, sus modelos Hero (ya van por la tercera generación) cuestan entre 300 y 400 dólares.

En aquel tiempo, Woodman también empezó a recorrer todas las ferias deportivas del país en su Volkswagen. Fue así como logró colocar la primera remesa de GoPro en un evento deportivo celebrado en San Diego, en 2004. Al año siguiente, facturó 350.000 dólares gracias a la distribución de sus cámaras en las tiendas de deporte especializadas. En el mundillo, sobre todo en el surf, ya se empezaba a hablar de él.

En 2006, llevó a cabo la primera reconversión tecnológica de la empresa: empezó a vender cámaras digitales, movimiento obligado. Un año después, incorporó el vídeo en la ecuación de GoPro. Desde entonces, la compañía, de forma silenciosa pero espoleada continuamente por el crecimiento de sus beneficios, no ha dejado de innovar en todas las direcciones posibles: alta tecnología, modelo de negocio y también marketing, donde han adoptado una estrategia similar a Red Bull, patrocinando deportistas y eventos de alta competición.

Además, el concepto original del fundador se ha redimensionado. Más allá del surf, su mantra ha calado en la nueva sociedad de consumo, donde el imperio de la imagen y el vídeo es absoluto: “Sólo GoPro puede llevar una cámara a cualquier situación de la vida cotidiana”. Los teléfonos digitales llevan matando varios años a las clásicas cámaras digitales, pero la compañía de Woodman, al estilo Steve Jobs, que odiaba los estudios de mercado, ha generado una necesidad.

Mi visión es ayudar a los consumidores a construir un ecosistema en el que capturar, compartir, ver y crear contenido en cualquier dispositivo, en cualquier momento y en cualquier lugar de forma fácil y rentable

Hoy, miles de deportistas profesionales usan GoPro para grabar sus competiciones y entrenamientos. Y cada vez son más los aficionados que colocan una cámara de este tipo en manillares de bicicleta, tablas de surf, piraguas o cascos de deportes extremos, desde la escalada al motociclismo. Cuando Felix Baumgartner batió el record de caída libre al lanzarse desde la estratosfera también llevaba puestas cinco cámaras de la marca estadounidense.

La NFL ha instalado dispositivos GoPro en todos los estadios para grabar las repeticiones de los touchdown y cineastas como Michael Bay han incorporado la tecnología para grabar secuencias de acción más complejas: Leviathan, uno de los mejores documentales de 2012, está rodado íntegramente con cámaras de la firma californiana. Ahora, hasta los Rolling Stones colocan en el escenario varias GoPro durante sus conciertos. Incluso el ejército estadounidense las ha incorporado en sus maniobras.

Tras su salida a bolsa, el próximo movimiento de la marca será invadir el espacio de los smartphones. La declaración de intenciones de Nick Woodman es clara: “Mi visión es ayudar a los consumidores a construir un ecosistema en el que capturar, compartir, ver y crear contenido en cualquier dispositivo, en cualquier momento y en cualquier lugar de forma fácil y rentable”. GoPro es su mejor ola y después de diez años surfeándola no está dispuesto a bajarse.