El niño que soñaba con pelotas eléctricas

Nació en Inglaterra, en las reuniones de la Taberna Freemason’s, pero el fútbol vivió sus años más felices, la platónica infancia, en barrios que se llamaban Peñarol o Pocitos, junto al Río de la Plata, donde los marinos del imperio británico desembarcaron en el siglo XIX con el ingenio del ferrocarril y la idea de un dios nuevo. Era el mejor de todos los que había conocido hasta entonces la civilización occidental porque no pedía nada a cambio de profesar su credo: solo un inofensivo e hipnótico hedonismo. De los atributos del dios viejo, cuyo certificado de defunción, dicen, firmó Nietzsche poco después en Alemania, el fútbol solo se quedó uno: la forma de la esfera, que había sido desde el nacimiento de la Filosofía también la forma de la divinidad, de la perfección, del universo (artículo completo en Carta de España)

Leopoldo María Panero: Poesía contra Locura

La autopista que bordea la isla desde el aeropuerto hasta la ciudad de Las Palmas atraviesa un páramo color ocre salpicado de casas viejas amontonadas, carreteras secundarias vacías y centros comerciales improvisados en la nada. Cualquier otro día, la selección natural de los sentidos filtraría los matices más exóticos del paisaje.
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¿Quién mató a Roberto Bolaño?

Roberto Bolaño, Blanes 1999 (archivo V-M)

Los hechos son irrefutables. El ejemplo del escritor chileno Roberto Bolaño representa uno de los sprints más prodigiosos de la historia de la literatura. Se consideraba poeta, pero empezó a escribir prosa en 1990, a los 37 años, obsesionado por procurarle a su familia -estaba casado con la española Carolina López y había nacido ya el primero de sus dos hijos, Lautaro- un futuro económico estable.
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